La jornada empezó bien temprano para el grupo de hinchas azules que sorprendieron a todos con sus cuerpos pintados en el clásico ante Colo Colo en el Estadio Nacional.
Pasadas las ocho de la mañana del sábado comenzaron a llegar a la casa de Morral, fanático de la U y afortunado artista callejero que las convenció de hacer “esta muestra de cultura”, como el mismo la define. En el lugar, con látex al agua, comenzaron a pintarse los cuerpos de azul. “La idea era que cada una de las ocho tuviera una camiseta de una época distinta”, dice Morral.
Una vez que terminaron, las chicas se fueron todas juntas al estadio tapadas por camisetas tradicionales (de género). Debían definir cuándo mostrarse en todo su esplendor. Y la sorpresa la dieron unos minutos después de la salida del equipo al campo de juego.
“Mi mamá estaba orgullosa, le encantó. No quería que me sacara la pintura”, cuenta Carla Marchant, de 22 años y monitora del Transantiago. “A mí, me llamó en el entretiempo mi mamá. Me había visto por la tele y me dijo que me veía hermosa”, recuerda Javiera Miranda, de 20 años y estudiante de licenciatura en educación de párvulos.
Las chicas también se apuran en aclarar que los barristas fueron muy respetuosos. “Muchos nos cuidaban y nadie se sobrepasó”, afirma Javiera, minutos antes de revivir la jornada, volver a pintarse y posar ante la cámara. Se ven felices, cantan y agradecen a Rivarola por el triunfo.
Pasadas las ocho de la mañana del sábado comenzaron a llegar a la casa de Morral, fanático de la U y afortunado artista callejero que las convenció de hacer “esta muestra de cultura”, como el mismo la define. En el lugar, con látex al agua, comenzaron a pintarse los cuerpos de azul. “La idea era que cada una de las ocho tuviera una camiseta de una época distinta”, dice Morral.
Una vez que terminaron, las chicas se fueron todas juntas al estadio tapadas por camisetas tradicionales (de género). Debían definir cuándo mostrarse en todo su esplendor. Y la sorpresa la dieron unos minutos después de la salida del equipo al campo de juego.
“Mi mamá estaba orgullosa, le encantó. No quería que me sacara la pintura”, cuenta Carla Marchant, de 22 años y monitora del Transantiago. “A mí, me llamó en el entretiempo mi mamá. Me había visto por la tele y me dijo que me veía hermosa”, recuerda Javiera Miranda, de 20 años y estudiante de licenciatura en educación de párvulos.
Las chicas también se apuran en aclarar que los barristas fueron muy respetuosos. “Muchos nos cuidaban y nadie se sobrepasó”, afirma Javiera, minutos antes de revivir la jornada, volver a pintarse y posar ante la cámara. Se ven felices, cantan y agradecen a Rivarola por el triunfo.
Si es que tienen más fotos subánlas.
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